Cenizas de la memoria

Los saludo nuevamente, hoy les comparto una pequeña reflexión, que le da mucho sentido a mi trabajo y a la forma que hago mis fotografías. Hace unos días se incendió la catedral de Notre Dame, el mundo se sacudió y se carbonizaron más de 800 años de historia.

Siempre que ocurre un suceso de tal magnitud, que comienza a viralizarse, siempre hay puntos de vista encontrados, siempre surge la polémica, siempre están los que se alegran, los que sufren y los que se burlan. No pretendo meterme en cuestiones políticas, ni religiosas, no es tema que quiero compartir hoy. Lo que quiero destacar es cómo el ser humano reacciona ante la tragedia.

Uno de los primeros actos de los hombres y mujeres cuando se enfrentan a una pérdida, un poco después del dolor y de tratar de asimilar la tragedia, es encender la memoria. Los recuerdos y las añoranzas te empiezan a invadir, esa especie de bálsamo que pretende mitigar el dolor, cubre tu mente. Siempre ante las pérdidas, ante las tragedias aparecen los recuerdos, los momentos, los instantes. Es como parte del kit de sobre vivencia del ser humano.

¿Qué tiene que ver con Notre Dame?

A la par que se empezó a difundirse la noticia del incendio, comenzaron a surgir con la misma fuerza y difusión una serie de fotografías, de la gente que visitó ese lugar. Comenzaron los recuerdos: el primer beso, el primer viaje, nuestra luna de miel. Empezamos a escarbar en la memoria, aparecieron del archivo digital fotografías de hace décadas  de la arquitectura de Notre Dame y las comparamos con las cenizas, el humo y las llamas. Se activaron los sueños y se rompieron otros, hay quienes dijeron: «yo quería conocer ese lugar y ya no voy a poder hacerlo». Y para otros tantos puso a Notre Dame en su vocabulario, simplemente no sabían o no se recordaban de esa parte del mundo.

FOTO: ISTOCK

La vida es tan frágil, en un instante se apaga. En cuestión de segundo la memoria queda reducida a cenizas y así como reaccionamos en las redes sociales por sucesos mundiales, lo hacemos en nuestra vida diaria, quizá no tan públicamente, pero si con la misma intensidad. La memoria se quiebra y reactiva ante la tragedia, es en los momentos de dolor donde la vida se reactiva, donde recordamos el porque seguimos vivos.

Estoy casi seguro que les ha pasado o que lo han visto. Por ejemplo, cuando muere un ser querido. Los que somos más viejitos vamos al álbum familiar o la caja de zapatos para desempolvar un recuerdo. Los más modernos van a sus archivos digitales para buscar un instante, pero en ambas situaciones buscamos una fotografía que nos recuerde a la persona que acaba de partir. No es la foto más bonita, ni la mejor iluminada, no valen los encuadres ni la composición, no importa si n0 está enfocada, no importa el tamaño. Lo que vale, lo que significa es el contenido, es el recuerdo, es ese instante que ya no volverá.

A que quiero llegar con todo esto. No deje que la vida pase… viaje, abrace, llame, sueñe, ría, coma, brinque, llore, agradezca, abrace, bese… Todo lo que quiera, pero hágalo hoy. Cada segundo cuenta, haga de cada segundo un momento único y guárdelo en la memoria, en el alma.

Las fotografías son ese portal al pasado, es esa ventana a los recuerdos olvidados. Muchas veces no entendemos hasta que la muerte o las pérdidas nos recuerdan lo que fue o lo que no hicimos. Por eso creo en el valor de las fotografías.

Gracias por leerme y por compartir.