El bello arte de aprender de los errores

¿Qué es lo que más me ha ayudado a crecer como fotógrafo?

Primero: una enorme pasión y amor por la fotografía, por el acto casi milagroso de detener el tiempo, de congelar esa fracción de segundo del universo y dejarlo plasmado en una fotografía. Eso me cautivó desde niño. Mi historia de vida y la de mi hija está representada en imágenes y momentos; y un poco más allá, buena parte de la historía del mundo está también registrada en fotografías.

Segundo: el conocimiento. Me cuesta trabajo conjuntar tantos conceptos físicos, químicos, emocionales, de discurso, de ética, de lógica, de historia en una fotografía sin el conocimiento de cómo se conjugan cada una de estas partes. Porque resulta que la fotografía se compone de esto y de muchas cosas más. Comprender la forma en que se construye la fotografía a partir de un aparato mecánico y traducirlo en historias y emociones se logra a partir del factor humano, del cerebro, alma y corazón que cada uno puede imprimir en cada click es lo que la hace única de manera personal.

Pero, ¿cómo traduzco las emociones y momentos en fotografías sin saber cómo funciona la cámara?, ¿cómo se comporta la luz.? ¿Cómo puedo destacar un elemento protagónico a partir de desiciones simples?, ¿cómo lograr efectos creativos y visuales desde la cámara, sin ningún truco de edición?. Todo lo que gira alrededor de una cámara fotográfica está precedida por años de historia e investigaciones que nos permiten la construcción de la imagen.

Tercero: la práctica. Cualquier área, arte o disciplina requiere de un proceso de asimilación, de la lógica de cada uno de los componentes que la conforman y cómo los puedo implementar de manera creativa para lograr algo personal y único. Y es fundamental para la consolidación del conocimiento y de la manera en que puedo generar variables a partir de ese conocimiento. Se imaginan a un músico novel con su primer instrumento, ¿Cómo llega a dominarlo si no le dedica el tiempo suficiente para practicar? ¿Cómo educa su oído si no dedica el tiempo suficiente para comprenderlo? ¿Cómo va a lograr improvisaciones geniales sin el conocimiento de los acordes y del ritmo? Algo así sucede con la fotografía.

Cuarto: Equivocarse. Sí, dije equivocarse. Hay gran sabiduría y profundidad en los errores cuando nos enfocamos a aprender de ellos. Es un proceso de asimilar los fundamentos teóricos y apropiarse de ellos durante la parte práctica. Y no hay nada malo en ello si comprendemos que el conocimiento humano es así, ¿cómo aprendemos a caminar sin caernos infinidad de veces?, y el caminar es el primer paso antes de empezar a correr. Y así podemos encontrar infinidad de ejemplos simples que nos forman y construyen como raza, como seres humanos.

El equivocarse en el proceso de formación dentro de la fotografía tiene una gran riqueza, cuando te dedicas a descifrar dónde estuvo el error, lo tomas cómo experiencia de vida encaminada a una formación profesional, ligándolo al conocimiento y estudio antes adquirido y así paso a paso voy siendo más sólido en mis proyectos futuros. Se trata de cimentar las bases de una gran arquitectura. Tomen en cuenta que vengo de una generación que tuvo muchas horas de práctica antes de hacer una sesión formal y cobrada de retrato, producto, bodas o cualquier tipo de fotografía. Porque en el camino del aprendizaje de la fotografía entendí la importancia y el valor de lo que significa, de lo que puede implicar un mal trabajo, mal ejecutado pierde todo significado para quien requiere este tipo de trabajos.

A la par de aprender fotografía, aprendí a valorarla y respetarla. Entendí el peso de hacer un mal trabajo, imagina hacer una boda y que no entregues algo digno de un evento tan importante o no entregarlo, por no tener la experiencia y el conocimiento. Imagina que una empresa necesite una imagen  para lanzar su producto estrella, el producto que lo puede catapultar en el mercado y que reciban un mal trabajo que no represente las características del producto y la marca, que en lugar de elevar sus ventas, arruine toda una campaña. Así de grande puede ser una fotografía.

Veo cursos ofertados en redes sociales que te garantizan no cometer ningún error en la fotografía con un curso de 3 horas. Tutoriales que te convierten en un verdadero profesional en 6 horas, las guías definitivas para ser exitoso y destacarte de la competencia en un pdf. No creo en los caminos cortos que no te dejan un aprendizaje, no creo que te conviertes en un profesional sin comprometerte con cada proyecto fotográfico que realizas. No creo que existan las formulas mágicas que de la noche a la mañana me den la visión, el carácter, disciplina y pasión que requiere la fotografía, tengo 20 años haciendo fotos y sigo aprendiendo y sigo practicando y cada día me sigo enamorando de la fotografía.

Tan bonito que es disfrutar el proceso de aprendizaje, de levantarte y reconstruirte en cada paso. De valorar el esfuerzo y la entrega de ser mejor en cada sesión. De buscar una mejor fotografía que sacuda y trascienda en una sesión nueva. El talento no se aprende en un video tutorial, la pasión no se adquiere de la noche a la mañana. La fotografía tiene que tocar tu vida y sacudirla, y en ese momento imprimes tu visión del mundo en cada proyecto que realizas. No puedes crear en la mirada de alguien  más.

Vive la fotografía a partir de tus emociones. Equivócate, práctica y aprende todo lo que necesites. Vivir de la fotografía no significa cobrar y ganar dinero de ella, significa darle valor a tu obra y al trabajo de los demás, a sus necesidades de comunicación para poder resolver con fotografías sus mensajes, sus historias, sus experiencias de vida y mucho más. Hacerlo con el compromiso y responsabilidad que un profesional preparado puede hacerlo.

Gracias por llegar a esta parte del texto y sobre todo gracias por compartir. Nos leemos la próxima.

Agradecimiento especial a Carlos Sierra y Jorge Gutierrez por las fotografías para la entrada del día de hoy.