Hay una quinta esencia, más allá de la Naturaleza, más allá del espacio, más allá del alma y es esa quinta parte la que se vuelve fundamental para unir todo lo relacionado al ser, a la inspiración y la cordura. Para Aristóteles el éter o quinto elemento es la quintaesencia, razonando que el fuego, la tierra, el agua y el aire eran terrenales, y que las estrellas no podían estar hechas de ninguno de estos elementos, sino de uno diferente, inmutable, de una substancia celestial. Esa sustancia celestial se llama Dana Vazquez.
Ella es mi quinto elemento y complementa ese grupo de hermanos y hermanas que les compartí en la entrada anterior de mis 4 elementos. No hay nada común en Dana, todo se vuelve extraordinario, loco y único. Ella es la mano derecha del corazón, que nos impulsa desde el ser, que cree y confía. También ha estado detrás de la organización y logística de muchos cursos y sesiones que he realizado, sin duda es mi cabeza y brújula y sobre todo una amiga fundamental de los últimos 4 años. Ella es una estrella que sabe iluminar los momentos más oscuros, te quiero con el alma amiga.
Y para completar está entrega les comparto algunos retratos que le he hecho a Dana a lo largo de nuestra historia.